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sábado, 19 de enero de 2019

¿Qué es el Síndrome de Alienación Parental?

                           Cuando entra en juego el SAP (Síndrome de Alienación Parental), uno de los dos progenitores, en este caso la madre, mediante distintas estrategias adopta un adoctrinamiento dirigido a denigrar al progenitor con objeto de que los hijos le odien tras la separación. Cuando esta ruptura supone un trabajo destructivo contra el varón se llegan a dar situaciones absolutamente grotescas, meditadas y con toda la alevosía y nocturnidad posibles. Se toma al varón como verdugo y la mujer pasa a ser la víctima aunque todo lo organizado es un plan para destrozar al hombre.

El progenitor alienador suele ser la madre de los niños que se instala en una campaña de desaprobación, injurias y pretextos para desacreditar al padre que está indefenso, generaliza el odio que se extiende a otros miembros de la familia del padre; se inventa historias y hechos que nunca han sucedido, refiere situaciones inexistentes de maltrato hacia los bebés y los niños lo reciben con miedo, no les entrega regalos o no les permiten hablar por teléfono.
Por otro lado, les impiden participar de los eventos deportivos o escolares del menor y amenazan a los niños con no recibir algo si hacen caso al padre; denuncia al padre por maltrato o por abuso sexual aunque nunca se haya producido; crea situaciones falsas de extorsión o se autolesiona para que los niños la vean en inferioridad de condiciones; se llevan a los niños a otros lugares sin comunicar dónde, entre otras situaciones incluso más denigrantes como es el secuestro o la huída a otro país.
A esto se le suma la mera expoliación del matrimonio en todas sus facetas que cuenta con varios momentos que van aumentando en intensidad de acuerdo con los meses o años desde el divorcio. El uso de la vivienda conyugal, la extorsión con la pensión y otros bienes son situaciones que pueden llegar a ser normales aparte de los descritos anteriormente al que se ven avocados sus hijos cuando caen en mano de la verdugo-madre. Si esta conducta la lleva a cabo de la mujer alega alcoholismo, consumo de drogas o adicciones a las mujeres, lo que hace que sea una persona resentida, deseosa de venganza frente a la traición del marido y no duda en sacrificar a sus hijos para dañarle.
En todo caso, el objetivo de estas conductas es excluir al otro progenitor de la vida de los hijos además de los daños irreparables que en muchos casos se producen a los hijos, dan luego situaciones muy controvertidas cuando estos son adultos y han de tener una familia. El abuso emocional supone un caos tanto para los hijos como para el padre alienado.
¿Qué siente el varón hoy?
En este contexto actualmente hay hombres que experimentan un verdadero terror por las mujeres y están comenzando a rehuir del matrimonio porque no solo es la tumba del amor sino la puerta de la cárcel. El descenso del número de matrimonios es significativo porque no solo ha prácticamente desaparecido la unión eclesiástica, sino que la civil presenta un descenso de los mismos cuando el fin no es tener una familia y por supuesto, no se quieren tener hijos. Los que han dado el paso se enfrentan a un monstruo que les ataca y del que no siempre salen bien parados por el mero hecho de ser hombres.
El acoso al varón en forma de discriminación legal sufrida a lo largo de estos años, ha supuesto que muchos hombres no vean otra salida que el suicidio para terminar con el proceso doloroso de la pérdida de sus derechos como padre y como ser humano. Vejaciones, insultos, apropiación indebida de los menores, cosificación de los niños y sobre todo, una tensión acumulada durante años, manifiesta una alteración en la vida de los varones que les lleva a padecer diferentes patologías por su ansiedad o depresión continuadas en el tiempo.
El silente suicidio del hombre que no ve salida se produce entre los 45 y los 50 años una vez que ya se considera perdedor y cuando le es retirada la custodia de los menores, se le impide verlos y no ven otra opción para terminar con ese desamparo.
¿Quién ha contribuido a esta discriminación contra los varones?
El evidente impacto de la legislación hace que la llamada discriminación positiva suponga que una ruptura ante la ley, el hombre quede en inferioridad de condiciones no solo ante la mujer sino ante la sociedad que le aparta y le excluye considerando siempre la culpa como leit motiv de la ruptura.
La asociación europea de Abogados de Familia subraya que la sociedad actualmente deja desamparados a los hombres en los procesos de separación y divorcio. La suma de la frustración, la falta de recursos, el abandono social, la pérdida de autoestima, el dolor por no poder ver a los hijos, anidan una autodestrucción que culmina con el divorcio cuando no se ve clara la situación convulsa y difícil en la que se encuentra.
La desprotección también afecta a los hijos que se ven privados de la referencia paterna y se ven sujetos a acarrear con el lastre de tener un padre maltratador aunque este no lo sea y no haya tenido posibilidad de defenderse.  La asociación ha propuesto a los poderes públicos la creación de un observatorio contra el suicidio y un plan de prevención de estas situaciones con un instituto para el varón, al igual que existe uno referido a la mujer, que tenga por objetivo el fomento de la igualdad entre los sexos facilitando las condiciones para la igualdad efectiva de los hombres en la vida familiar, con especial incidencia en los ámbitos de mayor victimización de los varones dado que el 95% de los accidentes de trabajo les afectan; el 75% de las víctimas de suicidio son varones y el 63% de los fallecimientos por homicidio también son de varones.
La llamada puerta de cristal señala una barrera invisible que impide a los hombres tras una separación o divorcio dedicarse a la atención afectiva de sus hijos y ser lo que eran antes de haber procurado este procedimiento. Esta es una cara de la moneda; la otra es la banalización del sexo que siempre puede consumirse sin proyección alguna y se deprecia al hombre porque acaba siendo un producto de consumo. Ante esta situación de desigualdad, cosificación del varón y acoso sistemático por parte de determinados núcleos sociales, el varón que se sobrepone a estas circunstancias acaba teniendo un desprecio hacia la mujer importante, una consideración negativa de todas las que se le acercan y por supuesto, la imposible situación de rehacer su vida por completo. Los que no optan por esta salida lo harán por quitarse la vida; una opción que nadie baraja pero que es la opción elegida cuando no hay plan b y la salida no existe o no se ve clara.
Hombres marcados por la angustia, la falta de apoyo familiar y social, la ansiedad, la depresión instalada a lo largo de los años, presentan crisis de llanto e ideas suicidas que no siempre conforman a la primera. Esto se suma al bajo rendimiento tanto laboral como intelectual y a la pérdida del norte porque comienzan a juzgar a todas las mujeres por igual o comienzan a consumir sexo, pornografía y a cosificar a cualquier mujer que se les acerque como venganza ante su desesperación, impotencia y frustración continuadas. El otro, el que no puede elegir, el que se ve sujeto al paradigma del fracaso opta por acabar con su vida para que termine el dolor al que se ha sometido desde que decidiera poner punto y final a una relación que nunca, según añaden muchos, se tenía que haber producido. Hombres abandonados que no tienen voz ni en los medios de comunicación ni en los partidos políticos ya que todos están en el mismo saco y solamente se les acusa de ser maltratadores.
El índice de suicidios ha aumentado en España y aunque la causalidad es indefinida y no puede cerrarse a un solo motivo, dado que cuando una persona decide suicidarse no tiene una razón, sino varias, lo cierto es que en estas situaciones familiares que se prolongan durante años, la causalidad sí varía si hablamos de hombres o de mujeres. La tasa de suicidios de hombres por cada 100.000 habitantes ha disminuido en los últimos años de 12,45 hasta 11,9 mientras que la de mujeres ha aumentado ligeramente de 3,91 a 4,05. En todos estos casos, nunca se exponen los porqués aunque la salida, tanto en hombre como un mujer cuando viven estas situaciones ambos de desesperación llega a ser la de quitarse la vida.
Los hombres no atentan contra las mujeres como las mujeres no son las que provocan los suicidios de los hombres. Estas afirmaciones son especialmente dolorosas cuando se es víctima de violencia machista o cuando la mujer ha sufrido vejaciones, humillaciones y ha sido posteriormente asesinada. No hablo de los hombres violentos ni de los cobardes que asesinan; expongo que hay otros a los que se les ha destrozado la vida por la misma razón, porque entre hombres y mujeres, si hablamos de igualdad, también se le puede aniquilar, llegado el caso. Estos hombres invisibles que no tienen defensa y que no son noticia; solo de esos hablamos hoy porque los asesinos no merecen una columna.

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