Como
ya es habitual en el Estado policial chileno, en el marco de la misa que el
Papa Francisco realizó por la mañana en el Parque O’Higgins de Santiago el 16
de enero, la Marcha de los Pobres fue duramente reprimida por Fuerzas
Especiales de Carabineros. Por lo menos 30 personas fueron detenidas.
La Marcha de los Pobres fue convocada por un conjunto de
organizaciones sociales y políticas con el fin de expresarle al Papa
que “Han pasado 30 años desde que Juan Pablo II visito nuestro país, en
plena dictadura cívico-militar, donde el pueblo chileno protestó para
manifestarle al sumo pontífice que la democracia había sido pisoteada por la
bota militar, asesinando, torturando y haciendo desparecer a cientos de
chilenos y chilenas. Hoy con la venida de Francisco I, nuevamente protestaremos
para evidenciar, que nada ha cambiado en estos 30 años, que continúa la pobreza
en las calles, nuestros ancianos y ancianas viven con pensiones indignantes
producto del sistema de AFP impuesto por la dictadura, con la complicidad del
gobierno electo y que día a día los mata lentamente”.
Los manifestantes de la Marcha de los Pobres indicaron
que “Los movimientos sociales de clase y en lucha, no somos parte del show
de estos grupos de poder que se unen para demostrar su poder, no seremos
partícipe de esta mentira que quieren hacerle ver al mundo entero, no queremos
ser cómplices de estas falsas décadas que algunos le colocan como avances
democráticos desde sus oficinas de gobiernos, centros de estudios y sus
partidos políticos”.
La concentración de la Marcha de los Pobres, tal como lo
informaron los convocantes, se agrupó en Avenida Vicuña Mackenna y Avenida
Grecia, a unas 15 calles del Parque O´Higgins donde el Papa efectuó su liturgia
en la capital del país andino. El objetivo de la Marcha de los Pobres era
llegar hasta la misa. Sin embargo, una vez más, las Fuerzas Especiales de
Carabineros reprimieron con brutalidad repetida a los manifestantes. Mientras
eran golpeados, recibieron el baño químico de los gases lacrimógenos y los carros
lanza-aguas, que lo menos que contienen es agua, toda vez que su composición
porta elementos nocivos jamás informados a la opinión pública. Cuando los
manifestantes recién lograron iniciar la marcha, alrededor de 30 personas
fueron detenidas.
Perdón,
pero no tanto
Durante la mañana en La Moneda el Papa se refirió a los
innumerables casos de pedofilia clerical, indicando que “No puedo dejar
de manifestar dolor y vergüenza por el daño a los niños por parte de
los miembros de la Iglesia”. No obstante, un rato después, en la misa que
ofreció en el Parque O’Higgins, Francisco I estuvo acompañado del mismísimo
obispo de Osorno, Juan Barros, acusado probadamente de ser testigo directo de
los abusos sexuales del sacerdote Fernando Karadima. De hecho, a la llegada del
Papa a Santiago de Chile, el 15 de enero, el movimiento de laicos católicos de
Osorno que luchan por la remoción del obispo Barros, junto al cura obrero
Mariano Puga y comunidades de base de cristianos por la liberación, también
fueron reprimidos en el centro de la metrópolis del país andino.
Lo
de fondo
El Papa Francisco, con el objeto de mantener los equilibrios
dentro del laberinto y pugnas intestinas de los grupos de interés en la
Iglesia, y a contrapelo de la comunidad católica de la sureña región de Osorno,
nombró como obispo de esa ciudad al sacerdote Juan Barros, quien ha recibido
hasta golpizas de los feligreses por su complicidad en los abusos sexuales
cometidos por el cura Fernando Karadima. Al saber de su designación, uno
de los principales denunciantes de los crímenes pedófilos de Karadima, Juan
Carlos Cruz, señaló a la BBC que “Juan Barros estaba parado ahí, mirando,
cuando me abusaban a mí. No me lo contaron, me pasó”.
En esa misma línea, el ex arzobispo de Santiago, el
archiconservador y derechista acérrimo, Francisco Javier Errázuriz Ossa, fue
nominado por el Papa Francisco como uno de los poderosos miembros del Consejo
de Cardenales, colaboradores directos en el gobierno del Vaticano. La situación
privilegiada de Errázuriz Ossa respaldó la designación del antipopular obispo
de Osorno en Chile y la garantía política requerida por el número uno de la
Iglesia Católica en Chile, Ricardo Ezzati, para presentar sus querellas contra
los sacerdotes jesuitas del país andino José Aldunate, Mariano Puga y Felipe
Berríos, por su condición de ardientes militantes de la Iglesia de la opción
por los pobres y del Cristo de los condenados/as de la Tierra.
Todavía el Papa debe visitar Temuco, en la región de La
Araucanía. Allí, como en la región del Biobío, se encuentran las expresiones
más intensas y orgánicas resistencias anticapitalistas del Pueblo Mapuche. La
visita de Francisco a Chile aún no termina.
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