La profesión puede cambiar la estructura del cerebro,
informan los científicos que estudiaron los encéfalos de los representantes de
distintas profesiones.
Para determinar qué
actividad causa estos efectos y las consecuencias que ello puede acarrear, la
columnista de la versión rusa de Sputnik hizo un recopilatorio de los hallazgos
científicos en este ámbito.
Efectos cósmicos
Desde
2013 los científicos llevaron a cabo varios estudios de los efectos que tuvo la estancia en el espacio sobre
los cerebros de los astronautas. Para ello, emplearon la
imagen por resonancia magnética (IRM) antes y después de las misiones
espaciales.
Así, se
descubrió que el surco central del cerebro disminuyó en tamaño, la corteza de los lóbulos se
expandió y la circulación del líquido cefalorraquídeo se vio afectada.
Lo que es más, el volumen de la sustancia gris en
el área de la corteza temporal se redujo por
hasta un 3,3%. También se redujo el volumen de la sustancia blanca y la forma
del propio cerebro cambió.
Los resultados fueron similares en la gran mayoría
de los casos y el impacto de los cambios observados estaba directamente
relacionado con el tiempo que pasaron los astronautas en la órbita terrestre. O
sea, cuanto más tiempo pasaron los cosmonautas en el espacio, tanto más
pronunciados fueron los efectos.
La buena noticia es que
seis meses después de la vuelta a la Tierra el volumen de la sustancia gris se
restableció, aunque la sustancia blanca nunca se recuperó.
El genio de los taxistas
Según los hallazgos de los científicos británicos,
basta con una profesión menos extrema para que tengan lugar cambios estructurales del cerebro. Un ejemplo de ello
son los taxistas.
Los
neurofisiólogos señalan que el hipocampo de estas personas es algo
más grande en
comparación con la población general. Ello se debe al hecho de que entre otras
funciones, esta parte del cerebro regula la orientación espacial.
Curiosamente, el aumento de la sustancia gris en el
hipocampo tiene lugar durante el aprendizaje de los taxistas y no es algo
innato. Así, fueron estudiados los taxistas
londinenses antes y después de aprender de memoria las calles de la capital
británica, y estas regiones de sus encéfalos realmente
crecieron.
Con
ello, en los conductores que hacen más uso de los navegadores se observa un efecto contrario: su hipocampo se
encoge por no tener que esforzarse en la orientación espacial y modelar las
rutas en la cabeza.
Ajedrez, ¿el juego de
los inteligentes?
Otro
estudio tuvo por sujetos a los jugadores de ajedrez, cuyos cerebros sorprendentemente se encogieron en algunas regiones.
En particular, se redujo el volumen de la sustancia gris en el área
temporal-occipital y el núcleo caudado.
No
obstante, en el estudio se destaca que de momento no se sabe
si estos cambios son el resultado del juego al ajedrez profesional, o la causa
que incitó a los sujetos a sumergirse en esta actividad.
Al
mismo tiempo, los científicos indios se vieron sorprendidos al descubrir que los programadores no hacen un
gran uso de las áreas del cerebro responsables por la lógica.
En vez de ello, su cerebro se esfuerza más en temas de memoria de trabajo,
atención y procesamiento del lenguaje.
Profesiones que
desarrollan el cerebro
Al igual que en el caso
de los taxistas, las partes del cerebro que son especialmente activadas por
unas determinadas actividades pueden fomentar el desarrollo de las estructuras
cerebrales.
Un
ejemplo de ello son los lingüistas profesionales, cuya corteza auditiva es
más desarrollada en
comparación con los demás, debido a que sus cerebros se especializan en la
fonética y analizan los sonidos de los distintos idiomas.
Algo similar se observa en los músicos profesionales, cuyos cerebros están
especializados en la motricidad de los dedos y consecuentemente están más
desarrolladas las áreas responsables por esta actividad. Lo que es más, los estudios muestran que cuanto más experiencia
tiene un violinista, tanto más desarrollada es su motricidad fina.
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