Bajo ese paradigma sobre todo
los menores de 30 años acumulan teléfonos móviles que están en buen uso pero
quizá necesiten de alguna pieza para volver a
funcionar. Esto que aparentemente
parece baladí supone una amenaza emergente para el medio ambiente y por tanto,
para la salud de todos.
Un estudio publicado en la
revista Waste
Management apunta que el 73.91% de los
encuestados acumulan móviles usados en el cajón y desconocen si tenían o no
posibilidad de ser reparados. Entre ellos, cuando hablan de guardar también se
refieren a las tabletas, cámaras de vídeo, ebooks de hace años, portátiles,
MP3, MP4, navegadores de GPS del coche, discos duros y ordenadores que no
sirven.
A más innovación, más tecnología, más
capacidad de gasto y por tanto una obsolescencia programada que dicta lo que
tenemos o no tenemos que comprar dado que actualmente todo está hecho para que
dure aproximadamente dos años. Esta tendencia que en el año 19 seguirá en alza
hace que actualmente existan 7.700 millones de líneas que no van a parar de
crecer. En España cerca del 65,5% de los encuestados nunca han llevado a
reparar su teléfono y el 87,6 % nunca ha utilizado un móvil de segunda mano.
Los investigadores creen que es hora
de concienciar sobre la reutilización de dispositivos electrónicos. “Se
deben implementar campañas de sensibilización para fomentar estas prácticas,
que son necesarias para alcanzar los objetivos mínimos establecidos en la
Directiva Europea 2012/19/EU sobre reutilización”, subrayan. La
gestión de estos residuos forma parte también de los objetivos de la Agenda
2030 para el Desarrollo Sostenible.
En el caso de que el aparato no
funcione las piezas puede que le sirvan a otro usuario y pueden ser utensilios
de larga vida para otro segmento de la población que sí utilizaría lo que
nosotros tiramos o guardamos a buen recaudo. De los 45 millones de toneladas
métricas de basura electrónica que se genera en el Observatorio Mundial de
Residuos Electrónicos, cerca de 1.7 millones de toneladas se vierten junto a
los desechos normales en los países de mayores ingresos por lo que normalmente
terminan siendo incinerados o enterrados en vertederos. En España se recogieron
en un año 198.000 toneladas de residuos correspondientes a aparatos
electrónicos y la cifra mundial alcanza los 35.8 millones de toneladas.
Los científicos apuntan que esta
basura electrónica está generando uno de los mayores problemas medioambientales
emergentes de los países en desarrollo y representan riesgos para la salud por
los peligrosos materiales que contienen según apunta el estudio del Journal of
Environmental Health Problem & Engineering.
Si los productos electrónicos se
eliminaran adecuadamente no estaríamos hablando de la alerta que ya existe por
las toxinas ambientales que generan cáncer, trastornos neurológicos y otras
patologías. Sustancias como el mercurio, el plomo, el arsénico, el fósforo y
otros gases agotan la capa de ozono y contribuyen de igual forma al
calentamiento global.
El 66% de la población mundial –67
países– está cubierta ya por una legislación para la basura electrónica y se
está poniendo en marcha la iniciativa “Stand Up for people´s
#RightToRepair” para fomentar el reciclaje. En Europa, la
directiva 2012/19/EU regula la recogida y la recuperación de estos
útiles y también incluye el abastecimiento de puntos nacionales de
recogida y la dotación de sistemas de procesamiento que permiten la eliminación
y el tratamiento adecuados de estos aparatos. La cifra de recogida de la basura
debería aumentar ya que, aunque Europa es consciente del daño
medioambiental y recoge el 35 %, se debería incrementar al 65 % para que
tuviera relativa eficacia la lucha contra la basura electrónica. https://periodistas-es.com/medio-ambiente-la-basura-electronica-es-una-amenaza-para-el-planeta-117539
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