
Noura
Hussein Hammad, sudanesa que ahora tiene 19 años, está acusada de matar, en
legítima defensa, a un marido que la había violado y pretendía volver a
hacerlo. Para Seif
Magando, director adjunto de AI, la joven «es una víctima, y la
pena de muerte de su condena es de una crueldad intolerable. La pena de muerte
es el castigo más cruel, inhumano y degradante. Aplicarla a una víctima solo
sirve para subrayar el fracaso de las autoridades sudanesas, que deben anular
la condena, manifiestamente injusta, y garantizar a Noura un nuevo juicio que
tenga en cuenta las circunstancias atenuantes».