En momentos en que las potencias industriales se apegan al
esquema del proteccionismo, Estados Unidos y países de la Unión Europea, el
jefe de la Unidad de Financiamiento en la CEPAL, Esteban Pérez, consideró que
la inversión pública se ha convertido en el sostén del desarrollo de la
economía, sin descuidar otras variables y, a la vez, en el antídoto para capear
las oscilaciones internacionales, tales como las que arrecian en Argentina y
conmovieron hace dos años a Brasil, las principales economías de la región, la
última en recuperación.
“Es importante que la inversión pública tenga un
papel en el crecimiento y que juegue un papel dinamizador en el
crecimiento económico y no solo que el gobierno tenga un papel regulador y, en
ese sentido, creo que Bolivia ha cumplido una buena tarea”, dijo al subrayar
la tasa de inversión pública de Bolivia, “elevada al 12%” del PIB
(Producto Interno Bruto)”, de 36.000 millones de dólares previstos en
2018.
En el marco de seminario internacional rotulado Evaluación
y Perspectiva de la Economía Boliviana y de la Región, materializado en La Paz
entre martes y miércoles, Pérez consideró que el modelo boliviano debería, poco
menos, que contagiarse a la región, en momentos en que la economía sudamericana
y latinoamericana parece levantar cabeza tras tres años de crecimiento
negativo.
“Bolivia tiene una tasa de crecimiento superior, casi el doble
de la tasa de crecimiento promedio de la región y, en ese sentido, nosotros
(por la CEPAL) vemos con buenos ojos este crecimiento. Bolivia ha podido
mantener una tasa positiva y una tasa de crecimiento elevada respecto a otros
países durante bastante tiempo”, dijo durante un conversatorio con periodistas.
La CEPAL estima que el crecimiento promedio de la región
orillará el 2% en 2018.
El caso de Bolivia, que en 2017 creció a un ritmo de 4,3% del
PIB, y que, fundado en su Modelo de Crecimiento Social Comunitario, no ceja,
desde 2013 de crecer sino por encima de esa tasa, “es uno de los temas que la
CEPAL ha planteado”.
” Yo plantee, en mi presentación (del martes en La Paz) con respecto
a que se trata de dinamizar el crecimiento” por vía de “la inversión pública”,
significó.
Poco antes, el ministro boliviano de la Economía, Mario Guillén,
había reseñado que su país apostó “básicamente por un modelo de generación de
demanda interna” que permite y permitió, desde su instauración con la llegada
al Palacio Quemado del presidente indígena Evo Morales, en 2006, que los
movimientos del mercado externo afectan a Bolivia, “obviamente”, pero no como
en el pasado histórico de los últimos 40 años.
“Cuando uno solamente apuesta a la exportación como fuente de
recursos o como fuente de mejora en la economía, lo que pasa es que cuando les
va mal (se contraen los mercados externos) también le va mal a quien
exporta y todo lo que han producido no lo puedes vender y eso genera la
recesión”.
Bolivia es, a contrapelo del contexto boyante que vive, también
un vademécum de experiencias poco felices entre 1985 y 2005, lapso en que
adoptó un secante modelo de economía de mercado y exiló al Estado de la economía
y lo convirtió en gendarme del modelo del “dejar hacer, dejar pasar”.
Con la reciente crisis financiera argentina como telón de fondo
que declinó comentar, Pérez dijo que si Bolivia, de tradicional economía
minúscula los siglos XIX y XX, librada al modelo de la economía monoproductora
y extractivista, lograra sostener en el tiempo el modelo de crecimiento
que atesora los últimos 12 años, -que le permitió insuflar su clase media con 3
millones de nuevos agentes económicos, que sólo en el último año fructificó
8.000 nuevas empresas, lo que, a su vez, redundó en un millón de nuevos
aportantes a sistema de pensiones, y que extrajo de la pobreza extrema a casi 3
de cada 7- está en condiciones de emplazarse entre los países de mayor
desarrollo.
“El tema de la demanda interna que en el caso de boliviano, en
el caso del modelo (social comunitario) de crecimiento económico tiene
repercusiones en el crecimiento económico, obviamente en el corto plazo y
también tiene repercusiones en el largo plazo”, consideró.
“Cuando los países mantienen trayectorias dinámicas inversión a
través del tiempo y logran mantener sendas de crecimiento de inversión eso
permite ampliar la capacidad productiva, permite generar demanda para
responder a esa capacidad productiva y también tiene efecto en eventualmente la
productividad”, aportó.
Fundado en datos de última generación, lo más probable del
primer cuatrimestre de 2018, y a la espera de información complementaria,
predijo que la expansión de la economía de Bolivia se situará, este año, en 4%
del PIB. La Paz estima que esa tasa considerará 7 décimas porcentuales más.
“En el caso de Bolivia, la previsión para la economía cerró
con 4,2% en 2017 y la última predicción de la CEPAL, que se hizo hace
unas tres semanas atrás, ponía la tasa de crecimiento inicialmente en 4%.
Esa es, de momento, la tasa de crecimiento. Obviamente, a medida que la
información vaya llegando -no disponemos de toda la información- inmediatamente
podrá ser revisada”, mantuvo.
En consonancia, Guillén acotó que “ése es el grande safio que
tenemos como país”.
“Creemos que nuestro modelo económico está funcionando. En la
medida que nosotros logremos mantener estos niveles de inversión pública y
dinamizar nuestra demanda interna además de generar proyectos de exportación,
podremos tener mejores niveles de crecimiento de los que tenemos hasta ahora”,
acotó.
A su turno, el exvicanciller argentino, Carlos Bianco, que
reemplazó a Axel Kicillof, exministro de Economía de su país durante la
administración de Cristina Fernández, sostuvo que, a contrapelo del
modelo que adoptó su país desde la asunción a la Casa Rosada del presidente
Mauricio Macri, en 2015, y que tiene a mal traer la segunda economía de
Sudamérica, Bolivia ha hecho bien las cosas.
“La fortaleza de la economía boliviana que no depender del
exterior, básicamente el proceso de crecimiento descansa en las variables
internas”, afirmó al tiempo de exponer la encrucijada en que se encuentra su
país al acercarse al FMI como tabla de salvación.
“Es echarle nafta al fuego” y no “sacar las manos de la
crisis”, resumió.
Por último, el exministro de Economía de Uruguay, Fernando José
Lorenzo, dijo que para sortear la posibilidad de ser arrastrado por la crisis
que afecta a sus gigantes vecinos, Brasil y Argentina, su país adoptó, hace ya
años, un sistema de “autodefensa”, fundado en un esquema contingente de
liquidez, que hasta ahora ha rendido frutos.
“Así como Bolivia, buena parte de su capacidad de absorber
vaivenes internacionales se ha apoyado, en buena medida en este dinamismo
de la demanda interna, Uruguay ha tomado el rumbo de asegurarse”.
“Uruguay tiene, desde hace años, una tendencia a tener exceso
muy importante en niveles de liquidez en el sector público. Tenemos 7 puntos
del PIB de liquidez y acuerdos contingentes con organismos multilaterales de
crédito para cualquier vaivén que ocurra en el acceso de financiamiento.
Estamos cubiertos”, agregó.
* Fuente: ABI
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