Así lo reflejan las recientes encuestas de Venebarómetro, reseñadas
por el periodista opositor Eugenio Martínez, donde la probabilidad de una alta
participación rompería con los planes abstencionistas para ilegitimar los
resultados electorales.
En el sondeo publicado se muestra que, a la pregunta de qué tan
dispuestos estarían de ir a votar en las elecciones presidenciales a celebrarse
el 22 de abril, el 46% de los venezolanos respondieron que están muy seguros de
votar y un 29% probablemente lo haría. Eso deja un margen bastante amplio en
relación a la población que no está muy segura (10%) y la que definitivamente
no iría a votar (12%).
De este 75% de probable participación, el bloque del chavismo se
mantiene sólido: un 80,9% está convencido de asistir a los comicios
presidenciales, dato que confirma la efectividad de las agresiones internas y
externas en cohesionar a las fuerzas del chavismo. Por otro lado, la población
electoral autodefinida como oposición, a pesar de tener una menor intención al
voto (el 39,2% está seguro de participar), no es suficiente para que la
dirigencia opositora lo capitalice como medida de presión al gobierno de
Nicolás Maduro e imponer de este modo condiciones distintas a las que habrían
pactado en los procesos de diálogo de República Dominicana.
Se vuelve a comprobar también la herida abierta en la confianza
de los seguidores de la precaria dirigencia opositora, producto de las
divisiones e inconsistencias políticas de los mismos. Sincerando las opciones a
candidaturas reales (Leopoldo López y Henrique Capriles, que se mostraban como los
favoritos en las anteriores encuestas de Venebarómetro, no aparecen por estar
inhabilitados políticamente), el grueso de los votantes opositores (62,2%)
desconoce el liderazgo de cualquiera que se presente contra el presidente
Nicolás Maduro.
Este rechazo categórico no es más que el saldo de pasearse por
el territorio de la antipolítica: los opositores sentencian a todo líder que
decida medirse en las instituciones que tantas veces les repitieron que eran
antidemocráticas y fraudulentas. El sondeo está basado en las condiciones
actuales del sistema electoral venezolano, lo cual desmonta la narrativa de que
para elevar los niveles de participación sea necesario cambiar las autoridades
del CNE o implementar una observación electoral internacional ligada a la
oposición venezolana.
Las declaraciones de la MUD de no participar en los comicios
electorales, a modo de parecer consecuentes con su desconocimiento a las
instituciones del Estado, pretenden reconciliarse con un electorado fuertemente
decepcionado y a su vez seguir el llamado a desconocer las elecciones
presidenciales hecho recientemente por el Grupo de Lima. Con todo y esto, los
resultados a la pregunta sobre si la oposición debe o no participar en las
elecciones, no parecen muy influenciados por esa decisión.
Eugenio Martínez trata de disimular los datos diciendo que del
52% de los venezolanos que apoyan la participación de la oposición, la mayoría
está conformada por el chavismo. Queda flaco el recurso cuando se compara con
el 22,1% que no está de acuerdo con participar en las filas opositoras.
La mayoría de la población quiere participar en las elecciones
presidenciales, ese es el dato inocultable que tiene a los dirigentes de la
oposición sacando cuentas y enfrentados entre sí sobre el próximo paso a tomar.
Toda posible participación del lado opositor boicotea la maniobra
abstencionista que con fuerza ha sido posicionada desde el extranjero. Sin
embargo, no participar significa dejar de conquistar espacios de poder dentro del
Estado, siendo que el Gobierno propuso el adelanto de las elecciones
parlamentarias y de concejos legislativos y municipales para el mismo día de
las presidenciales.
Bajo esta presión, con los números en contra y en cuenta regresiva se
hallan las pretensiones por impedir la reelección del presidente Nicolás
Maduro.
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