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sábado, 10 de febrero de 2018

La arquitectura ecológica defiende volver a la construcción con tierra

                En épocas pasadas, construir una casa solo requería de tierra cruda. Era –y es- una forma ecológica y económica de levantar una vivienda o cualquier construcción. Luego, el avance industrial dio paso a construcciones con elementos de difícil reciclaje y hasta tóxicos. Dadas estas circunstancias, los defensores del barro como materia prima para las construcciones defienden su reivindicación. (Jue, 08 Feb 2018)

La tierra está disponible en cualquier lugar y es abundante. Su utilización trae múltiples ventajas y seguridad estructural. De hecho, según diversos estudios, un tercio de la población mundial vive en casa de tierra. En muchos países desarrollados se siguen haciendo construcciones de este tipo de forma más frecuente. Este material, de fácil acceso, predomina en los países con mayor necesidad de viviendas y pocos recursos como en África, América Latina y Oriente Medio. Como ya dijimos, construir una casa de tierra tiene muchos beneficios: son más eficientes porque consumen menos energía, son buenas para la salud, otorgan un ambiente climático agradable ya que la tierra tiene una gran capacidad para almacenar el calor y luego cederlo, así que atenúa los cambios de temperatura. Esto último las hace idóneas para climas áridos. 
Otra ventaja es que su sustracción se hace de forma fácil, directamente desde el lugar donde se excavan los cimientos de la construcción. Esto no genera grandes desperdicios, como pasa en las construcciones modernas. 

Además, tiene propiedades de aislamiento acústico debido a que la tierra transmite de forma irregular las vibraciones sonoras. De esa forma, se vuelve un búnker contra los sonidos indeseados y molestos. 

Esto no es todo: también podemos conseguir beneficios filosóficos y psicológicos, pues la tierra propicia un contacto sincero entre los habitantes de la casa y la naturaleza. 
Rosario Etchebarne, arquitecta uruguaya y miembro de la Red Iberoamericana de Arquitectura y Construcción con Tierra (Proterra), ve el regreso de la tierra como material principal en las construcciones como una oportunidad para “volver a adoptar patrones culturales de antes, pero con una visión contemporánea”. 

Según palabras de Etchebarne, esto permitiría la incorporación de tecnología amigable con el medio ambiente de las viviendas. 


Tipos de construcción 

Para trabajar la tierra cruda existen diversas técnicas, la mayoría ancestrales que se han mantenido –con pequeños cambios- desde hace siglos. Las principales técnicas son: tapial, el cob, 
adobes y bloques de tierra puestos de forma compacta. 

La de tapial, quizás la más utilizada a nivel mundial, consiste en la construcción de muros mediante la compactación de tierra entre tablas de madera. 

Las edificaciones de adobe, técnica cuyo origen se encuetra en la península Ibérica, se realizan con ladrillos de tierras secados con el sol. 

El cob, ideal para zonas lluviosas, se elabora con una mezcla de tierra, paja y agua y su origen está en Gran Bretaña. 

Todas estas técnicas datan de hace más de nueve mil años, luego de que muchas culturas antiguas las utilizaran para edificar grandes monumentos y fortalezas. Muchas, cabe destacar, se mantienen en pie. 

Seguridad 

Uno de los estigmas que sufren las construcciones de tierra es el de que son propensas a derrumbes ante fenómenos naturales o terremotos. Lo cierto es que este tipo de construcciones gozan de fiabilidad por su flexibilidad, al contrario que el concreto que es rígido. La tierra se mueve con el viento sin venirse abajo. 

Auge y renacimiento 

A pesar de que el auge de la tierra se vino abajo a comienzos del siglo XX, en gran parte al cemento y los ladrillos, y a la destrucción provocadas por la Primera y Segunda Guerra Mundial en Europa y en otros continentes- estimularon el regreso de los proyectos arquitectónicos a partir de la tierra. 

En Estados Unidos, Europa y países como Argelia se levantaron importantes construcciones que tenían como base común la tierra. 

En la actualidad muchas instituciones y arquitectos defienden este tipo de edificaciones porque las consideran –y son- un camino al ahorro de energía, materiales y protegen el medio ambiente de forma amigable. 

Es, sin duda alguna, el futuro de la arquitectura ecológica a nivel mundial, aunque muchos expertos advierten que se debe invertir en investigación y mano de obra para su buen desarrollo. 

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