La
sentencia se dictó hace seis años aunque no se había cumplido hasta ahora. La
información de AI asegura que los tribunales iraníes dictan cada año decenas de
condenas de amputación, que posteriormente confirma el Tribunal Supremo. En el
colmo de la crueldad y el sadismo, en abril de 2017 las autoridades de Chiraz,
en la provincia de Fars, amputaron una mano a Hamid
Moinee, condenado por robo y asesinato, y ejecutado diez días
más tarde.
La Agencia
Estatal de Noticias de Irán (ISNA) liberó en 2013 imágenes de una de
las máquinas con las que se aplican castigos a convictos, acorde al código
moral islámico de la “sharia al Islamiya”. En las fotografías se muestra
como hombres encapuchados sujetan a un hombre con los ojos vendados, introducen
su mano dentro de la máquina ubicada sobre un banco de metal, activan una
cuchilla giratoria y, posteriormente, muestran el muñón
ensangrentado antes de hundirlo en yodo crudo.
«Infligir sanciones tan crueles no sirve a la justicia y pone de
manifiesto el total desprecio de las autoridades iraníes por la dignidad
humana», dice el comunicado de AI. «La amputación es un crimen de derecho
internacional. En tanto que estado que forma parte del Pacto Internacional de
derechos civiles y políticos (PIDCP), Irán debe impedir jurídicamente la
tortura, en todas las circunstancias, sin excepción. Quienes ordenan y
ejecutan estas prácticas deben ser perseguidos penalmente».
Las autoridades iraníes defienden la amputación como el mejor medio para
disuadir a los ladrones, y lamentan no poder practicarla en público, y de
manera generalizada, sin suscitar la condena de la comunidad internacional. En
octubre de 2010, en una declaración ante el Consejo de Derechos Humanos de la
ONU, Mohammad Javad Larijani, presidente del Consejo de
Derechos Humanos de Irán, negó que el castigo de amputación sea una forma de
tortura, asegurando que “está justificado desde el punto de vista cultural y
religioso”.
Desde hace ya varios años, en Irán aumenta el movimiento que pide la
abolición de los “castigos crueles, inhumanos y degradantes” mientras que son
muchos los dignatarios y eruditos religiosos del país que siguen
defendiéndolos.
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