Las nuevas polémicas se suscitaron el
lunes cuando se conoció que Andrew McCabe, subdirector del Buró Federal de
Investigaciones (FBI), que anteriormente había provocado el descontento de
Trump, renunciaría a su cargo.
Los desarrollos de McCabe vienen después
de los informes de la semana pasada cuando el presidente propuso despedir al
asesor especial Robert Mueller en junio pasado, y solo lo disuadieron porque el
asesor de la Casa Blanca, Donald McGahn, amenazó con renunciar.
Ayer también se realizó una votación
en el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, cuyo titular Devin
Nunes, republicano por el Estado de California, autorizó la publicación de un
memorando escrito por el personal del presidente.
Los medios locales especulan que la
nota presenta acusaciones de malversación contra el Departamento de Justicia y
el FBI en la investigación de un oficial de campaña de Trump.
Representantes del Partido Demócrata
respondieron que los memorandos de Nunes seleccionan los hechos y su
publicación resquebrajaría la seguridad nacional.
Esas movidas indignaron a los
comentaristas liberales que establecieron un paralelismos con la ‘Masacre del
Sábado por la Noche’ durante la presidencia de Richard Nixon y el escándalo de
Watergate.
Algunos republicanos tienen sus
propias dudas sobre la cadena de eventos acelerada, y conservan la esperanza de
que Trump mantenga un mensaje adecuado durante su discurso sobre el Estado de
la Unión, y evite desviarse hacia ataques excesivamente partidistas o defensas
con titulares de su propia conducta.
Pero durante el primer año de mandato
el gobernante demostró no ser tradicionalista, y podría convertir su
intervención en un acto de acusaciones contra sus opositores, a quienes culpa
de la cadena de incidentes que se desarrolla alrededor de su accionar
presidencial.
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