Sí, es un contradios en el sentido
con que el Real Diccionario de la Lengua Española dice que esa expresión define
algo vituperable, incalificable e inaudito.
En el momento de desarrollo económico
que vivimos en esta parte del planeta, por más duro que parezca, padecer la
pobreza extrema es un contradiós como mínimo tan evidente como el que
manifiesta el presidente de los banqueros de España, José María Roldán, cuando
dice que el que un banco tenga que pagar a alguien por pedir
un préstamo es un
contradios; de la misma manera que lo es cobrarle a un cliente un dinero por
llevar sus recursos al banco. Eso es en nuestro sistema financiero, dijo en
unas declaraciones al periódico “Cinco Días”, una contradicción, un contradios.
Ofende al más elemental sentido que
se tenga del Estado capitalista, o de la tan cacareada “sociedad libre de
mercado”, que en medio de la opulencia, de los restaurantes abarrotados los
fines de semana, de los aeropuertos que no dan abasto a tantos vuelos llenos de
pasajeros que han aprendido en nada de tiempo las ventajas de los “viajes a
bajo coste”, o de los establecimientos repletos de mercancías que los
consumidores arrasamos en las rebajas y fuera de ellas, existan personas
que carecen de lo más indispensable para subsistir.
La extrema pobreza
también es un contra Dios
También lo es porque para los
creyentes la fe supone la aceptación de los principios que emanan de la
divinidad, donde el amor, la solidaridad y el respeto mutuo imponen la
obligación de evitar que tu prójimo pueda sufrir males que cada uno de nosotros
podamos aliviar o evitar.
Recuerdo que uno de los mensajes del
Evangelio que más me impactó en mi juventud fue aquel en que se nos dice que si
alguien tiene dos camisas y su vecino no tiene ninguna, una de ellas ya ha dejado
de pertenecerle porque debe entregarla al que va con el torso al descubierto.
He buscado la cita y la he encontrado en San Lucas el evangelista: “El que
tenga dos mantos, comparta uno con quien no tenga nada que ponerse. El que
tenga comida, compártala con quien no tenga nada que comer.”
¿Puede la política resolver este
contra Dios?
Yo creo que sí. Y no solamente lo
creo. Pienso que solo desde la acción política se puede poner remedio al
dramático panorama que estos días estamos contemplando. Acción política, eso
sí, valiente y comprometida que desoiga las recetas falsamente progresistas de
quienes dicen que están muy preocupados por los pobres, pero se niegan a soltar
la segunda camisa que les sobra. De la misma forma que tampoco lo resolverá el
viejo comunismo totalitario y estaliniano del que ya hemos tenido la dolorosa
experiencia de la revolución rusa de 1917 y que firmó su acta de defunción con
la caída del muro de Berlín en 1989.
El tiempo no pasa inútilmente sin
dejar huella tanto en las personas como en los sistemas por los que se rigen.
Yo estaba en Berlín el día en el que los alemanes de una y otra parte empezaron
a derribar el muro. Incluso me traje algunos trozos que como reliquias regalé a
mis amigos. Sin embargo, lo que no me pude traer fue la expresión de alegría
contenida de quienes suponían que las nuevas libertades que acababan de
conquistar acabarían con un modelo de sociedad donde la libertad condicionara
la lucha contra la miseria, el hambre y la exclusión que en los paraísos
liberales están a la orden del día.
Recuerdo, hace ya muchos años en mi
primer viaje a la India, que me dijeron en la embajada española que unos
trescientos millones de las personas que vivían en aquel subcontinente no
tenían más que lo puesto. Carecían de todo e iban por las calles de las
ciudades o por los campos como pudiera hacerlo cualquier animalito abandonado.
Los últimos datos de que dispongo, publicados por “Ending Extreme Poverty: A
Focus on Children” dicen que la cifra de niños que viven en India en una situación
de extrema pobreza supera los 116 millones.
Actualmente en el mundo hay unos mil
millones de niños y niñas que viven en situación de pobreza; y unos seiscientos
millones en situación de extrema pobreza. Según los últimos informes
publicados, se estima que alrededor del 30 % viven en India. A pesar de los
recientes avances en desarrollo humano, en este país muchos menores siguen
sufriendo malnutrición, deficiencias sanitarias, explotación laboral y una alta
tasa de mortalidad infantil a causa de la pobreza. En contrapartida en este
importantísimo país se han fabricado muchas armas nucleares y mantiene misiles
balísticos de corto y medio alcance capaces de llevar bombas nucleares. Lo que
es, sin duda, un contra Dios.
La mitad de los
seres humanos NUNCA ha hecho una llamada telefónica
Vivimos en un mundo injusto y
profundamente egoísta. Cuando hay países como Mozambique cuyos habitantes han
de vivir con un euro al día, cuando el 40 % de la humanidad no conoce la luz
eléctrica y la mitad de los seres humanos jamás ha hecho una llamada
telefónica, no debemos rasgarnos las vestiduras porque miles, millones de
personas, llamen a nuestras puertas o extiendan lastimeramente su mano
implorando una caridad “por amor de Dios”.
Si algún día los desahuciados del mundo,
los condenados a morir de hambre o de enfermedades vulgares que en el mundo de
los ricos se curan con una “aspirina”, hicieran su particular “marcha verde”
hacia los lugares donde el 20 % de la población consume el 80 % de lo que la
tierra produce, tal vez seriamos más considerados con quienes, sin hacernos
daño, ponen una nota de alegría o de esperanza en el vagón del metro, tocando
su violín o su acordeón a esas horas de la mañana en que vamos al trabajo
sin dar saltos de alegría, precisamente.
Algunos datos deberían avergonzarnos,
sobre todo los relacionados con la pobreza, con los salarios bajísimos de
muchos trabajadores y con la desigualdad existente en el seno de nuestra
sociedad. Lo he leído en muchos informes. En nuestro país, el 1 % de la población
española más pudiente acapara la cuarta parte de la riqueza nacional, según
Oxfam Intermón, que sitúa a España como el tercer país más desigual de toda la
Unión Europea y donde más ha crecido la desigualdad desde 2007 en todo el
continente. España, con 10,2 millones de personas con una renta por debajo del
umbral de la pobreza, lo que se traduce en una tasa de pobreza del 22,3 %, es
el tercer país europeo en desigualdad, por detrás de Rumanía y Bulgaria y
empatado con Lituania.
Pero todavía hay
quien se muere de hambre
¿Cómo es posible, cuando sobra tanta
comida? La cantidad de comida disponible en el mundo supera en un 20 por ciento
a la necesaria para alimentar a todos los seres humanos. Los investigadores
observan que, en general, cuanto mayor es el nivel de vida de una nación, más
comida se derrocha. Los resultados aparecieron publicados en Environmental
Science & Technology. Y esto, estimado lector, estimada lectora, es como
mínimo un contradios o un contra Dios. Como usted prefiera.
1-Juan de Dios Ramírez-Heredia es
abogado y periodista. Presidente de
Unión Romaní https://periodistas-es.com/la-pobreza-extrema-es-un-contradios-135124
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