El
periodista colombiano, fallecido 6 de octubre de 2019, siempre consideró que
"el periodismo es un servicio público que el periodista presta a travHasta el último de sus días, Javier Darío Restrepo (1932 - 2019) dio lecciones de
periodismo. Sus enseñanzas no eran las de un catedrático encumbrado que
teorizaba sobre el oficio, sino las de un maestro experimentado que se forjó
como periodista haciendo
reportería en el terreno, hablando con las personas,
contrastando fuentes y acumulando vivencias que se encargó de compartir sin
reserva alguna a tantísimas generaciones de periodistas en Iberoamérica. Estos
coinciden en distinguirlo como un faro de la ética periodística, cuya luz seguirá encendida para que, cada que un colega lo necesite, pueda mirarla, encontrar dirección y navegar en las siempre agitadas aguas del periodismo. Javier Darío Restrepo (q.e.p.d.) dejó un legado memorable y digno de repasar una y otra vez, pero es indispensable que los periodistas, sea en tiempos de calma o de crisis, puedan hacer un pare, contar hasta diez y que por cada número que enuncien, listen las lecciones que este maestro del periodismo ofreció mediante el ‘Decálogo del buen periodista’, una reflexión concisa pero profunda sobre el oficio, que fue incluida en el libro ‘Deontología periodística. Un camino urgente a seguir’ (2015), coordinado por José Luis Jáquez Balderrama.
Aquí, las diez cualidades que Javier Darío Restrepo
enumeró en dicho libro como indispensables para el ejercicio de un buen
periodismo:
1. Ante todo, una buena persona
José Martí lo dijo con una metáfora: detrás de un
buen periódico hay “una mano enguantada que lo escribe y unos labios sin mancha
que lo dictan”. Como obra del espíritu que es, el buen periódico solo puede ser
producido por buenas personas, que son el punto de partida para llegar a ser
buenos periodistas.
2. Estar orgulloso de su profesión
Sonó como una novedad cuando Kapuscinski lo dijo en
un taller en México y lo repitió en Buenos Aires: “Hay que sentir orgullo y
respeto por lo que uno hace”.
3. Sentido de misión en su ejercicio profesional
Kapuscinski testimoniaba: “A veces me he sentido
como un misionero cuyos actos están dictados por la pasión y el sacrificio”.
Nostálgico, Ryszard recordaba esa característica de los buenos periodistas de
antes, como si se tratara de un esplendor apagado: “Antes”, escribía, “se vivía
del periodismo como una noble vocación a la que los periodistas se entregaban
plenamente y para toda una vida”.
4. Apasionado por la verdad
Esto se lee en una placa de bronce que decora el
vestíbulo de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Missouri. Con más de
un siglo y medio de antigüedad, este texto reza: “El periodista cree que cuanto
escribe es solamente lo que siente en su conciencia como verdadero”. Es la
misma convicción que hoy proclaman los periodistas con un punto de vista, para
quienes es claro que solo deben escribir y publicar lo que ellos ven como
cierto.
5. Autocrítico
El periodismo se aprende y perfecciona más en los
errores que en los aciertos. Un error señala las debilidades, estimula las
correcciones y logra que hoy se hagan las cosas mejor que ayer y que mañana
sean de mayor calidad que las de hoy.
6. Elabora conocimiento y lo comparte
Jack Fuller, al describir la clase de periodistas
que necesitan los periódicos, fija la atención en los obsesivos y descontentos
para quienes ser reporteros es mucho más que dar noticias, que era el criterio
de Pulitzer, por tanto “habría que pensar sobre temas clave, discusiones que
relacionen los problemas del periodismo con los principales caracteres del
pensamiento moral”, “pensar las noticias hasta llegar al abordaje correcto de
la historia”, “familiarizarse hasta sentirse cómodos con la tecnología”,
“educación rigurosa en una disciplina especializada”, “leer textos originales
sobre filosofía, ciencias, leyes y otras disciplinas”. Necesitamos periodistas,
concluye Fuller, “que puedan contar una historia de manera que persuada a los
científicos y al público por igual”. “Es lo que se llama escribir bien: con
gracia, sorpresa y suspenso”, explica Robert Lambeth, y apela a la metáfora:
“lenguaje que simplifique lo complejo y convierta lo difícil en moneda que
todos puedan utilizar”. Eso lo hace un buen periodista.
7. Hace periodismo con un objetivo
Esto consiste, según Gabriel García Márquez, en
“cambiar algo todos los días”, y según Kapuscinski “el verdadero periodismo es
intencional, es decir, se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de
cambio. No hay otro periodismo posible. Si leéis los escritos de los mejores,
comprobaréis que se trata siempre de un periodismo intencional. Están luchando
por algo”.
8. Tiene Sentido del otro
La experiencia larga y brillante de Kapuscinski le
indicó que “los buenos periodistas son personas respetuosas con el otro,
capaces de mostrar esa actitud en todo momento. Ser reportero significa, antes
que nada, respetar a todo ser humano en su propia privacidad, personalidad y
escala de valores”. En otra ocasión, en un taller con periodistas, fue
explícito: “Sin los otros no podemos hacer nada. La cuestión fundamental de
este oficio es el entendimiento con el otro. Una condición fundamental para
hacer periodismo consiste en ser capaz de funcionar en conjunto con los otros”.
9. Es independiente
En nuestros días el testimonio de Kapuscinski es
concluyente: “Lo ideal es ser lo más independiente posible, pero la vida está
lejos de ser ideal. El periodista se ve sometido a muchas y distintas
presiones. En general, la conquista de cada pedacito de nuestra independencia
se gana día a día y de que, a pesar de todo, es una condición necesaria e
irremplazable para quien quiera ser un buen periodista.
10. Mantiene intacta su capacidad de asombro
Esa capacidad de asombro va estrechamente ligada a
la capacidad de hacerse preguntas, que distingue al buen reportero y que es a
la vez el resultado de un fino sentido para descubrir lo nuevo y de una sabia y
humilde disposición para estar aprendiendo a todas horas, de toda persona y en
todas las circunstancias. Las mejores investigaciones, los trabajos
periodísticos de mayor calidad, son el resultado de preguntas que mantuvieron
activo a un periodista que finalmente obtuvo una respuesta. Cuando no hay
preguntas ni asombro aparece la rutina profesional. Uno de los grandes peligros
de esta profesión es la rutina, decía Kapuscinski, quien agregaba: “uno corre
el riesgo de estancarse, de quedarse satisfecho… el periodismo es un acto de
creación”. Para no estancarse, para sacudir la rutina, para seguirle la pista a
la realidad que que todos los días se reinventa, el buen periodista mantiene su
capacidad de asombro tan intacta como sus sueños.
* El 'Decálogo del buen periodista' publicado
en ‘Deontología periodística. Un camino urgente a seguir’ (2015), de José
L Jáquez Balderrama y otros, de la Colección de Textos Universitarios de la U Autónoma
de Chihuahua (México). (Fundación Gabo: https://fundaciongabo.org/es)
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