Entre ellos se encuentran
enfermedades cardiovasculares, mayores tasas de obesidad y tabaquismo,
trastornos psiquiátricos y un aumento general del 10% del riesgo de muerte
prematura.
Los investigadores del estudio analizaron a 504.642 personas de entre 37
y 73 años del Reino Unido. Inicialmente, evaluaron a los participantes del
estudio entre 2006 y 2010 y realizaron un seguimiento durante casi siete años.
Para determinar si los participantes
se identificaban como personas madrugadoras o noctámbulas, los autores del estudio crearon cuatro categorías: madrugadores, personas que preferían de
manera moderada las mañanas, noctámbulos y personas que preferían de manera
moderada las noches.
Resultó que el 27% de los encuestados
se identificaron como madrugadores; el 35%, con el segundo grupo; el 28%,
personas con una tendencia a preferir la noche y el 9%, noctámbulos.
Junto con el aumento del 10% en el
riesgo de muerte en comparación con los madrugadores, cuanto más fuerte se
identifican las personas con la noche, mayor es el riesgo de una variedad de
condiciones médicas.
Los noctámbulos tienen casi el doble
de riesgo de sufrir trastornos psicológicos, un 30% más de riesgo de diabetes,
un 25% más de riesgo de afecciones neurológicas, un 23% más de riesgo de
trastornos gastrointestinales y un 22% más de riesgo de trastornos
respiratorios.
Los tipos se definen por un reloj
corporal interno, conocido como cronotipo o ritmo circadiano, que determina
cuándo nos sentimos más despiertos o, por el contrario, más somnolientos.
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