En general, la clase política
chilena, con muy ilustres excepciones, se suele alinear con la determinación
respecto a que en materia de Tratados Internacionales, estos se deben respetar
a rajatabla. Así, aún si el mundo ha cambiado como lo ha hecho en casi siglo y
medio y que las necesidades energéticas, hídricas y económicas chilenas en la
zona norte del país, requieran el concurso colaborativo con nuestros vecinos
del sur peruano, el occidente boliviano y el norte argentino. La población
suele alinearse en esta postura donde la emocionalidad prima y se impone con
brotes ultranacionalistas.
Un Chauvinismo Trasnochado.
La población chilena, en su
gran mayoría, está influenciada por esta clase política, que es nacionalista en
el discurso, pero que no ha dudado en entregar las riquezas naturales del país
al mejor postor, como ha sucedió en materia de recursos marítimos, mineros y
forestales, por ejemplo, a lo que se suma la inversión de parte importante de
los fondos previsionales chilenos en el exterior y manejado por grupos
económicos que de nacionales tienen muy poco y suelen refugiar su patrimonio
financiero , entre otras partes, en paraísos fiscales.
En apoyo de esta política, los
medios de comunicación dominantes, manejados precisamente por los sectores de
la derecha política y económica chilena, se encargan de presentar la
posibilidad incierta de ceder una salida soberana a Bolivia al Océano Pacífico,
como una necedad. Una idea propia de mentes afiebradas o como suele leerse en
redes sociales “traidores al país” “que insultan la memoria de aquellos soldados que murieron para
defender esa tierra” o que tratan de minimizar al vecino,
burlarse de su origen, ofender sus pretensiones y visualizar sus estrategias
políticas, como propias de demagogos o “políticos poco serios”. Ignorando en
forma imperdonable, que los territorios, que actualmente pertenecen al Norte
Grande Chileno fueron adquiridos mediante la invasión y la conquista bélica,
relegando, en el caso de Bolivia, a este país a su actual condición
mediterránea.
Ya en este punto, las opiniones
vertidas pecan de ignorancia. Esto, pues Bolivia no ha demandado a Chile para
obtener una salida soberana y de forma inmediata al Océano Pacífico. La petición
está destinada a obligar a Chile a que se siente a negociar esa exigencia. No
es un matiz, es un tema de fondo, pues la forma, la manera, el cómo se presente
el tema es la emocionalidad con que se impregnan los “sentimientos patrios” “la
defensa inclaudicable de nuestro territorio” “el respeto por
nuestros muertos” y donde el chauvinismo y las declaraciones incendiarias
suelen florecer a la par de los llamados más abyectos en materia de defender
con armas cualquier pretensión de “quitarnos lo nuestro”. Caldo de cultivo para
mentes termocéfalas, que suelen llamar a una guerra que ni ellos ni sus hijos
pelearan, pues siempre habrá una excusa, para que los más humildes y menos
acomodados sean los que pongan el pecho ante enfrentamientos entre nuestros pueblos.
Propio de un chauvinismo trasnochado, añejo y que debe desaparecer en pos de
relaciones colaborativas entre nuestros pueblos.
Esta condición de
enclaustramiento marítimo, ha significado para Bolivia una realidad
difícil de aceptar, con un impacto económico comprobable, en que el economista
Jeffrey Sachs señaló, en un estudio efectuado hace un par de décadas “que un país sin litoral pierde aproximadamente 0.7 puntos
porcentuales de crecimiento anual debido a su condición de enclaustramiento”. Países
dependientes de los países de tránsito, enfrentan mayores costos de transporte
y logística lo cual encarece su comercio exterior. ¡Sí¡ también en esto se
considera a países como Suiza, por si algún lector lo quiere considerar como un
argumento de negación a esta opinión. En general los Estados Costeros registran
un Per Cápita promedio mayor en un 66% a los Estados Sin Litoral
Sumemos a lo mencionado, que la
condición mediterránea de nuestros vecinos es considerada una espina clavada en
sus aspiraciones más íntimas de retornar al Océano Pacifico en forma soberana.
No sólo bajo las condiciones establecidas por el Tratado del año 1904 que en la
visión boliviana se concretó con un Departamento del Litoral Boliviano bajo
ocupación militar de Chile, sin acceso a puertos propios, con notables
dificultades para el tránsito y la administración chilena de sus aduanas. Un
Tratado de Paz y Amistad suscrito el 20 de octubre del año 1904.
Un Tratado que estableció el
dominio de Chile sobre los territorios ocupados después de la invasión y
reconoció a favor de Bolivia el derecho de libre tránsito comercial por su
territorio y puertos del pacífico, algunas compensaciones económicas y la
construcción del ferrocarril entre Arica y La Paz. Sin embargo – afirma Bolivia
– dicho tratado, cuyo cumplimiento es aún parcial, no resolvió las
consecuencias del encierro ni puso punto final a las negociaciones entre Bolivia
y chile sobre un acceso soberano al mar”
Las últimas líneas de esta idea
han sido planteadas en el denominado Libro del Mar,
presentado por el Estado Plurinacional de Bolivia el año 2014. Documento que
permite entender el por qué Bolivia inició el día 13 de junio del año 2013 un
proceso para “obtener el reconocimiento por parte de la CIJ que Chile tenga la
obligación de negociar un acuerdo que permita el acceso con soberanía de
Bolivia al Océano Pacífico” Basando esta reclamación, en la voluntad de los
gobiernos chilenos, de asumir este compromiso mediante una serie de procesos de
negociación o diálogo bilateral, así como declaraciones chilenas respecto a los
mencionados procesos.
Ante esa presentación del
gobierno boliviano Chile entregó, en julio del año 2014, una objeción
preliminar de incompetencia de la Corte, alegando que una resolución favorable
a la pretensión de La Paz modificaría el Tratado de 1904 que fijó los límites
entre ambos países. En septiembre del año 2015, La Corte Internacional de
Justicia de La Haya dio a conocer, que sí tenía competencia para conocer la
demanda, pero acotó el ámbito de la controversia y puntualizó que no tiene facultad
para predeterminar el resultado de una eventual negociación bilateral.
Tras
este primer revés chileno, la contraparte boliviana entregó en marzo del año
2017 la réplica – también documento escrito – ante la contramemoria chilena
presentada en julio del año 2016. En dicha réplica, el gobierno de La Paz
señaló, que se presentaba a consideración de La CIJH “una serie de argumentos económicos, históricos y jurídicos que
pretenden demostrar los compromisos incumplidos por Chile en dar solución al
conflicto”. En el mes de septiembre del año 2017 y dando
término con ello a la etapa escrita del proceso, la delegación chilena entregó
su dúplica ante la réplica boliviana.
Esta dúplica chilena, en 196 páginas
detalló tres ejes fundamentales de argumentación: la intangibilidad del Tratado
del año 1904, que estableció el dominio a perpetuidad de los territorios
conquistados por Chile durante la denominada Guerra del Pacífico. En segundo
lugar, que no existe obligación de negociar pues si así se define se desnaturaliza
lo que son conversaciones bilaterales y en tercer lugar es
que públicamente la Corte señaló que este no es un caso relativo de un
derecho de Bolivia a un acceso soberano.
Negociar Como Conducta Deseable
Recién cinco años después, este
19 de marzo del año 2018, se ha dado inicio a los alegatos orales de las partes
después de haber transitado por las mencionadas etapas del proceso, que tiene a
Chile y Bolivia disputando palmo a palmo sus argumentos respecto a la exigencia
boliviana de obligar a Chile a sentarse a una mesa de negociaciones y cumplir
sus compromisos respecto a negociar una salida soberana al océano Pacífico. Una
etapa oral que nos permitirá conocer los documentos escritos, que son liberados
y analizar con mayor profundidad los argumentos de cada una de las partes y
avizorar así sus posibilidades.
Cuando termine este proceso de
argumentación, quedan aún dos fases. Una, la denominada Etapa de Deliberación
donde cada uno de los jueces toma los antecedentes escritos y orales
presentados. Estudia el caso, se forma una convicción jurídica, conversan,
discuten entre ellos, para llegar, posteriormente, a un acuerdo mayoritario o
unánime para redactar así el fallo definitivo. Terminado este proceso
deliberativo y conclusivo, se cita a las partes, para así dar lectura a la
sentencia de la CIJH. Una vez que las partes se dan por enteradas se da curso a
la última etapa: el Cumplimiento del Fallo. No existen plazos determinados para
estas dos últimas fases, de un largo proceso que se inició el año 2013 y que
tendrá su fin dependiendo de la complejidad observada por los jueces de la
Corte.
Para Chile, en documentos de
trabajo interno de su Cancillería, destinados a trabajar sus contactos con la
prensa, se afirma que jurídicamente, detrás de la demanda boliviana hay una
confusión entre una aspiración y un derecho. Pero, de un derecho así de
trascendente, se afirma en la cancillería chilena, que afectaría la integridad
territorial de Chile no se puede inferir a partir de supuestos o expectativas.
Argumento expuesto en el marco del desarrollo del llamado derechos
expectaticios, que ha sido presentado por Bolivia en estos años en La Haya.
Derechos definidos en el ámbito jurídico como derechos latentes, en el marco de
declaraciones unilaterales, que no han sido perfeccionados y que están basados
en la esperanza o posibilidad de conseguir un beneficio futuro y que pueden
devenir en derechos amparados jurídicamente o efectivos en el futuro según
se desprende de documentos jurídicos bolivianos que han servido de insumo para
su demanda en La Haya.
En su momento, en un artículo
elaborado el año 2015 cuando Chile y Bolivia preparaban sus alegatos ante la
CIJ de La Haya, para determinar si esa Corte Internacional se declaraba
competente frente a la demanda de Bolivia, consigné las palabras, plenamente
vigentes del ex Presidente Boliviano, historiador y vocero oficial de la
demanda marítima boliviana, Carlos Meza quien señaló “El fundamento jurídico de la demanda boliviana son los
denominados actos unilaterales de los Estados, que en el caso de Chile se
hicieron al margen del Tratado de 1904 y en innumerables oportunidades,
estableciendo actos y compromisos formales del Estado chileno de negociar con
Bolivia para entregarle un acceso soberano al mar… no pretendemos desconocer el
tratado de 1904, ese es un tema altamente sensible que no se ajusta a la verdad
y puede ser una interpretación equívoca. Ni directa ni indirectamente pues
respetamos la arquitectura de tratados internacionales, ya que permiten al
mundo funcionar sin alteraciones”.
Las palabras de Meza aclaran,
que Bolivia desea que el Tribunal Internacional obligue a Chile “de buena
fe” a negociar con La Paz un acceso al mar y esa pretensión tiene una
dimensión ética que escapa al frío mundo diplomático y que puede significar la
línea argumental principal en un tribunal, que no sólo emite dictámenes basados
exclusivamente en criterios políticos o legales, sino que ha logrado
impregnarse de otros tópicos, que las propia dinámica internacional ha
ido entregando. He aquí el gran temor de Chile: que La Haya defina que ambos
países, en virtud de compromisos asumidos, actos unilaterales y diálogos
bilaterales se sienten a discutir, para que Bolivia recupere su cualidad
marítima.
Para Mesa el tema marítimo “es
una política de Estado” y por ello viajaron también a Holanda, los también ex
presidentes Jorge Quiroga y Guido Vildoso “Que tengamos diferencias
mayores o menores con el Presidente Morales no quita ni un milímetro que como conjunto
Bolivia es una nación que tiene como gran objetivo la vuelta al mar con
soberanía”, señaló el ex mandatario boliviano. Por su parte el
mandatario Boliviano, Evo Morales en un almuerzo previo a los alegatos,
acompañado de la nutrida delegación de su país, conformada por ex cancilleres,
miembros de su gabinete ministerial y parlamentarios señaló “Vamos a hacer historia, con la verdad, con el derecho. Estamos
convencidos de que vamos a alcanzar la justicia que corresponde a Bolivia”
Por Chile la delegación en La
Haya está presidida por el recientemente asumido canciller del gobierno
derechista chileno, el escritor Roberto Ampuero (ex Comunista, con residencia
en Cuba y la ex RDA durante la dictadura de Pinochet). Unido a Ampuero viajaron
parlamentarios de todas las bancadas políticas bajo la máxima “El tema marítimo
es un tema de Estado”. La nutrida delegación parlamentaria chilena suma al
derrotado ex candidato presidencial, el Senador Alejandro Guillier, junto a la
senadora socialista Isabel Allende y el también senador de ese partido y ex
Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza. Los parlamentarios
derechistas Felipe Kast, Andrés Allamand e Issa Kort. El Demócrata Cristiano
Jorge Pizarro, el PPD Ricardo Lagos Weber y el Frente Amplista Vlado Mirosevic.
A partir de este lunes 19 y
martes 20 de marzo Bolivia, a través de sus agentes internacionales comenzó su
etapa argumentativa ante los 15 jueces de la Corte, elegidos por la Asamblea
general de las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad. Jueces de
nacionalidades distintas y que representan también los diversos modelos y
sistemas jurídicos que existen en el mundo. Una Corte presidida por el Juez
Somalí Abdulqawi Ahmed Yusuf y secundado por la Jueza China Xue Hanqin. Por su
parte, tras un brevísimo receso, la delegación chilena, los días 22 y 23 de
marzo, presentará sus argumentos, que son la expresión oral de lo presentado en
la contramemoria de julio del año 2016.
Tal como lo sostuve en un
artículo de mayo del año 2015 en este portal, cuando la CIJH
debía definir su competencia ante la demanda boliviana contra Chile y que hoy
está plenamente vigente: Pase lo que pase en La Haya la realidad del norte
chileno, el occidente boliviano y el sur peruano, e incluso el noroccidente
argentino requiere políticas colaborativas: energéticas, culturales,
migratorias, económicas, mineras, viales, de infraestructura, portuarias
entre otras, de cooperación, de sumar voluntades, recursos y esfuerzos. Pensar
un sur estratégicamente sustentable, que enfrente los desafíos del siglo XXI
con criterios de desarrollo, que favorezca a los pueblos, la unión política y
que amplíe nuestros lazos culturales e históricos. Todo ello requiere miradas
generosas, tanto de la Paz como de Santiago. Enfrentar La Haya con perspectiva
de futuro, más allá de cálculos políticos miopes puede ser el primer paso para
lograr caminar, sino tomados de la mano, por lo menos sin pegarse
codazos.
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