Su abogada Gabi Lasky ha
declarado a la prensa extranjera que los fiscales están alargando “la detención
administrativa”, sin juicio, de Ahed, porque no encuentran las pruebas que necesitan
para dictar contra ella una condena ejemplar.
Por su parte, la pakistaní
Shenila Khoja-Moolji, doctora en Estudios de Género y Feminismo por la
Universidad de Pensilvania (EEUU) ha denunciado “al movimiento feminista
(internacional) así como a los líderes políticos (de Occidente) por su silencio
y pasividad en el caso de Ahed Tamimi”, en un artículo publicado por Al
Jazeera.
Shenila Khoja-Molji, una
figura de gran relevancia en Estudios de Género y Feminismo, y estudiosa de la
condición de la mujer en el mundo musulmán, no se explica cómo las mujeres se
movilizan en otras latitudes y cuando se trata de una menor palestina la acción
brilla por su ausencia.
Ahed Tamimi se encaró a dos
soldados israelíes, el pasado 15 de diciembre, en respuesta al disparo que
recibió a bocajarro su primo Mohamed, cuyo impacto de bala de goma le dejó en
coma 72 horas y una deformación craneal. Ella fue detenida en la noche del 19
de diciembre en su propia casa, sita en la aldea de Nabi Saleh (Cisjordania
ocupada).
Los altercados de Nabi
Saled se produjeron a raíz de la decisión de Donald Trump, el pasado 6 de
diciembre, de declarar Jerusalén como la capital de Israel.
La historia de Ahed se
remonta al 2012, cuando tenía once años de edad. Durante una manifestación
contra la ocupación sionista se enfrentó a un oficial israelí que dirigía una
operación de castigo contra su pueblo. Alzando el puño contra él y, llorando de
rabia e impotencia, le gritó a la cara “¡¡¡Soy más fuerte que cualquiera de tus
soldados!!!”.
Debido a esa imagen (que
dio la vuelta al mundo presentándola como una nueva David enfrentándose a
Goliat) fue llamada por el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, quien
la condecoró con el prestigioso Premio al Valor Handala (Handala Courage
Award”.
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